lunes, 12 de marzo de 2012

Pasan los días…


Ayer no podía pensar más que en tu hermoso rostro, en tu sonrisa al estilo Mona Lisa…
En lo mucho que fue una tarde de primavera, tomando él té a la orilla del cobertizo,
A la vez que discutíamos de lo bonito que es el hecho de vivir en un país como este,
Donde la cultura de un pasado, asfixia la de un no futuro,
Donde las creencias de muchos se pierden bajo los hechos de otros.
Hoy no cabe la menor duda, que no vale la pena correr desnudo en la calle,
Haber visto pasar las horas como pájaros en el crepúsculo,
Y tintinear como las campanadas de la catedral, que anuncian tu final.
Ya que nos queda, solo el sonar del agua que lleva la rivera,
Solo los tragos amargos que endulzaron los pequeños momentos;
¿Fuiste tu, o acaso fui yo? El que se negó a desligarse del propio orgullo,
Aquel que nos condeno a ser animas separadas, por razones poco funcionales.
Y no cabe duda, que la más grande duda, es aquella que nunca se deja de dudar;
Y que si en ella cabe dicha duda, pues no queda más que dejarla como una duda…
Un experimento fallido, que por mas que se tenga fiel resultado,
Siempre será un pecado cometido, vaso medio vacío, jamás medio lleno…

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