Cuando se es niño se
tienen muchos anhelos de grande, es decir, se sueña con el tipo de casa donde
se quiere vivir, el tipo de esposa con la que se quiere casar, el tipo de
trabajo que se quiere tener, incluso hasta en que parte del mundo de quiere
vivir; pero sin duda el más común de todos es, el tipo de auto que se quiere
tener. Generalmente muchos sueñan con algún tipo de auto deportivo –que para
fines prácticos no se puede comprar en este país tercermundista-, dicho auto se
queda como un detalle de algo que queremos alcanzar, y así pasen los años y nos
deje de interesar, por una o mil razones, siempre estará el recuerdo de lo que
soñamos manejar.
Aquí es donde empieza mi
texto: suponiendo un escenario donde yo tuviera un auto soñado, que quisiera
comprar para presumir mi exitosa carrera, supongo que sería un BMW, un Ferrari,
un Lamborghini, o en su defecto un FIAT. El primero porque antes me gustaban
los BMW, y los demás porque son italianos. En cualquier caso, en este momento
de mi vida, me encuentro desesperado, fúrico, confundido, hasta cierto temeroso
de muchas cosas, y decepcionado de otras. Eso se debe a que curiosamente, ¡TENGO
ESE AUTO EN ESTE MOMENTO!, lo tengo ahí guardado en el garaje. Eso porque no lo
puedo manejar, ni siquiera puedo presumir que lo tengo. ¿Y eso porque? Porque resulta
que está mal ante Dios que yo tenga ese lujo, incluso está mal para algunas
otras personas que tenga la oportunidad; y solo por eso no debo disfrutar de
algo que tarde mucho tiempo en conseguir. Pero que quede claro, esto nunca se
ha tratado de mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario