Es martes, y siento
cada vez más larga la condena.
La semana pasada vino
el curo a verme,
Preguntó si tenía alguna
culpa que confesar.
Le dije que solo una:
la mujer que me había
enviado a este agujero…
Era una mujer amable,
pero traicionera.
Linda y amorosa, pero
egoísta.
Inteligente, pero
despiadada.
No dudaría en volver
a matar, si me diera la oportunidad.
Aun la extraño, solo
por costumbre.
Entre tragos de
alcohol y remordimiento,
se encuentran sus
caderas.
Aunque siempre quise otro
traje de domingo;
Desperdicie mi tiempo
haciendo caridad.
¿Y dónde termine yo?
Hundido y con los
bolsillos vacíos.
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