miércoles, 3 de febrero de 2010

Hace frio...


Y fue así, que al mirar através e la ventana, me di cuenta lo que en realidad había ahí: Un auto viejo, de esos que solía admirar el abuelo, un grupo de niños jugando a la pelota, y un par de enamorados besuqueándose.
Me pareció algo peculiar, mas no bizarro; podría ser yo quien fotografiara esas escenas, podría ser yo quien escribiera esta historia (como lo estoy haciendo en este momento), podría ser yo el único que observara esos detalles; ¿podría ser yo?
Sinceramente, no me interesaba…
Me entro el gusto por una taza de chocolate caliente, con bombones y quizás un bizcocho de los que hornea la tía Lu, y que se yo, un tarde más, fría y triste, sola, sincera y melancólica: casi perfecta, casi real.

Y tome tus viejas cartas de amor, baje a preparar ese tan anhelado chocolate caliente, para leer un poco de literatura inglesa antigua.
No paso mucho, cuando recordé que mi madre me había encargado unos cuantos víveres del mercado: unas especias chinas, unos cuantos vegetales de temporada, y un saco de harina. Me decidí a ir al mercado. Me fui al mercado, me fui…

No hay comentarios:

Publicar un comentario