lunes, 30 de diciembre de 2013

¡Que rápido pasa el tiempo!

Parece fácil decirlo, pero no vivirlo…
Está a punto de terminar el 2013, un año que para mí fue muy valioso. El 2012-año del Dragón- prometía para mí ser maravilloso, y hasta cierto punto lo fue: termine mi carrera después de mucho trabajo, sufrimiento y esfuerzo, comencé a trabajar profesionalmente, me “despedí” de uno de mis grandes amores, me gradué de la licenciatura, fui al concierto más importante (hasta ahora) de mi vida, pero más que nada, cometí muchos errores, perdí a muchas personas, y entre en el lugar más horrible del mundo: el Limbo, la nada, el ocio; me convertí en lo que más odio, un nini.
Pero el 2013, un año que parecía vacío y sin novedades, se convirtió en uno de los más grandes de mi existencia. Después de 9 años, conocí en persona a mi grupo favorito-o a lo que queda de ellos-, en gracias a ellos conocí a otras personas, y a una, que hoy por hoy, se ha convertido en alguien importante para mí; me saque una espina que tenía atorada más de 6 años; rompí mis tabúes y pre-juicios, para convertirme en lo que más rechazaba. Comencé a pensar diferente, visualizar los horizontes, despegarme de cosas que me hacen daño, personas que no me sirven, para reforzar con personas que realmente me quieren. Este año sin duda termina bien para mí. Que quisiera que terminara mejor, pues claro que lo quiero; pero tampoco me quejo, porque pudo haber terminado pero también.


Recién cumplí 25 años, mi primer cuarto de siglo, y me he puesto a pensar en todo lo que me rodea, como muchas personas se están comprometiendo, casando, teniendo hijos, etc. Y es aquí donde digo: ¿Sera que a mi también ya me toca? ¿Acaso no me estaré haciendo viejo? Tengo 9 años, esperando un solo día en mi vida, el día de mi muerte, pero hoy he decidido hacer un paréntesis, para no querer desaparecer, sino para querer rejuvenecer, recuperar esos años perdidos: 2, tal vez 5, o quizás 10 o 15. No importa, porque de verdad no sé a dónde voy, ni se si voy en el camino correcto, tal vez ni siquiera estoy caminando. Solo me resta agradecer a los que aún están, a los que se fueron para nunca más volver, y a los que llegaron por una razón u otra; la vida, este juego que no ha acabado, es lo que menos me preocupa, saber cómo jugar, cómo vivirla, eso… es lo que me quita el sueño todas las noches. Hoy estoy y me conocen, mañana no sé si estaré, y dudo que se acuerden de mí…

sábado, 7 de diciembre de 2013

Las cinco en punto


Imagínate cayendo, desde lo más alejado de la sentencia,
Hasta lo más profundo de la licencia,
Para entender el entorno, y volver al retorno,
En un llanto, de esos que tenías cuando eras pequeño,
Te encerrabas en un cuarto, te escondías debajo de la cama,
Te alejabas de todo ser vivo; solo para no estar…
Mientras las personas seguían riendo, disfrutando,
Creyendo que estabas ahí, mientras nadie estaba.
Un vestido largo, unos zapatos limpios, y un retrato en la pared,
Casi nadie nota los pequeños detalles,
Esos detalles que hacen que se olvide la razón de estar aquí.
Quizás no fuimos lo suficientemente humanos para celebrar,
O lo suficientemente animales para disfrutar la celebración;
O si no hubo invitados, o los que hubo no estuvieron presentes,
O el pastel de moras, los listones rojos, y el payaso viejo;

El ponche desabrido, la tía Petunia, las cinco en punto…