Parece fácil decirlo, pero no vivirlo…
Está a punto de terminar el 2013, un año que para mí fue muy valioso.
El 2012-año del Dragón- prometía para mí ser maravilloso, y hasta cierto punto
lo fue: termine mi carrera después de mucho trabajo, sufrimiento y esfuerzo, comencé
a trabajar profesionalmente, me “despedí” de uno de mis grandes amores, me gradué
de la licenciatura, fui al concierto más importante (hasta ahora) de mi vida, pero
más que nada, cometí muchos errores, perdí a muchas personas, y entre en el
lugar más horrible del mundo: el Limbo, la nada, el ocio; me convertí en lo que
más odio, un nini.
Pero el 2013, un año que parecía vacío y sin novedades, se convirtió en
uno de los más grandes de mi existencia. Después de 9 años, conocí en persona a
mi grupo favorito-o a lo que queda de ellos-, en gracias a ellos conocí a otras
personas, y a una, que hoy por hoy, se ha convertido en alguien importante para
mí; me saque una espina que tenía atorada más de 6 años; rompí mis tabúes y
pre-juicios, para convertirme en lo que más rechazaba. Comencé a pensar
diferente, visualizar los horizontes, despegarme de cosas que me hacen daño,
personas que no me sirven, para reforzar con personas que realmente me quieren.
Este año sin duda termina bien para mí. Que quisiera que terminara mejor, pues
claro que lo quiero; pero tampoco me quejo, porque pudo haber terminado pero también.
Recién cumplí 25 años, mi primer cuarto de siglo, y me he puesto a
pensar en todo lo que me rodea, como muchas personas se están comprometiendo, casando,
teniendo hijos, etc. Y es aquí donde digo: ¿Sera que a mi también ya me toca? ¿Acaso
no me estaré haciendo viejo? Tengo 9 años, esperando un solo día en mi vida, el
día de mi muerte, pero hoy he decidido hacer un paréntesis, para no querer
desaparecer, sino para querer rejuvenecer, recuperar esos años perdidos: 2, tal
vez 5, o quizás 10 o 15. No importa, porque de verdad no sé a dónde voy, ni se
si voy en el camino correcto, tal vez ni siquiera estoy caminando. Solo me
resta agradecer a los que aún están, a los que se fueron para nunca más volver,
y a los que llegaron por una razón u otra; la vida, este juego que no ha
acabado, es lo que menos me preocupa, saber cómo jugar, cómo vivirla, eso… es
lo que me quita el sueño todas las noches. Hoy estoy y me conocen, mañana no sé
si estaré, y dudo que se acuerden de mí…
No hay comentarios:
Publicar un comentario