Hay muchas cosas que
quisiera decirte, cosas que me alegran y cosas que me entristecen; cosas de las
que me enorgullezco y cosas que me avergüenzan. Desafortunadamente, tengo que decírtelas.
Comencemos con el hecho
de que todo paso de la noche a la mañana, apenas y nos conocimos, apenas y sabíamos
quiénes éramos; es más, creo que hasta el día de hoy, apenas y nos conocemos lo
suficiente. No espero que comprendas todas las cosas que me están pasando, ni
creo que sea necesario realmente que las sepas, pero necesito desahogarme,
necesito, purificarme y quitarme este enorme peso que hay en mí. ¿Qué si cual
es el peso que estoy cargando? La llaman crisis de la edad, yo la llamo
realidad…
Miro mi entorno, la
mitad está muy bien, igual como ha estado siempre, como lo conociste, y como lo
dejaste; la otra mitad, esta horrible, cambiando constantemente, andando muy rápido,
tan rápido que no le puedo llevar el paso. Me asfixia y preocupa, me deja sin
salidas.
Este punto de mi vida,
en el que estoy, al que tarde mucho en llegar y alcanzar, esta zona de confort,
resulta ser nada… Mi esfuerzo por llegar hasta este punto significo absolutamente
nada. Ya no hay más opciones para mí en este lugar, debo seguir adelante, hacia
un camino o hacia otro, pero seguir creciendo. Y con migo, se van mis
esperanzas, y mis sueños. Mañana será un buen día para mí, el día tan esperado,
mi último día.
La buena noticia es que
por fin voy a morir. La mala, es que en mi vida, nunca fui justo.
Qué hermoso y travieso es el tiempo. Fue pícaro y bondadoso al permitirme cruzar mi mundo con el tuyo, mezclarlo y crear uno nuevo. Qué desgraciado y maldito también ha sido el tiempo, que a cambio de un dulce sueño en los brazos del apostol de Compostela me atravesó el corazón y me separa de ti.
ResponderEliminarHoy 16 de enero, sólo puedo decirte que te amo, y que abrazo al tiempo por sus regalos, y lo maldigo por sus facturas.