La copa rota, la ropa
vieja y el telón manchado con sangre…
Así me encuentro en este
momento.
La divina comedia de la pasión
y los sentimientos,
El eterno drama de la
humanidad,
Entre los que estamos
condenados a vivir.
Los aplausos, aquello
que seguimos mendigando; besos en la oscuridad.
Una copa de tinto, con
los bufones que se desnudan ante la multitud.
Lágrimas derramadas, un
arma de fuego, y la violencia de género.
Todo en la misma escena.
¡Corte! Y se levanta el telón.
La música de fondo,
tocada por un piano forte, al compás del dolor.
En el siguiente acto,
sale la dama con el vestido negro de luto,
Y todos ríen del chiste
que nadie entiende.
Porque así son las
cosas, detrás de la escena final.
Entre tragedias y
comedias, las cosas se dan y se quitan.
Se excitan los
asistentes de producción.
Cae la última de las
luces, al pie de los que mienten y roban,
Se cierra el telón para
los actores de caras felices,
La opereta de la
tragicomedia, y las ganas de no despertar.
Recibir una ovación de
pie, plagada de risas y torturas.
El show debe continuar…
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