las tardes a media tinta, con hojas verdes, no son tardes;
los tristes ojos de la verdad, y esas ganas de coger,
a veces son lo que uno necesita para despertar, o para irse.
El despertador sonando a mitad del sueño, ese que concilie con lagrimas.
Nadie muere de amor, ni de alcoholismo. Quizás de abstinencia si.
Por eso prefiero nunca dejar de tomar, coger y amar.
Los tamales oaxaqueños son como el paracetamol de los pobres.
A pedazos de silicón y tentaciones terminó este amor.
Quizás 6 días sin ella, sean mejores que una eternidad.
Las puñaladas en el corazón no duelen si son de amor.
Igual que la comida tapa arterias con hambre. Un pecado inocente.
A pedazos, este amor no va a funcionar.
Cuando leas esto, búscame en el viejo roble columpiándome.
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