jueves, 11 de marzo de 2010

La Orden de los Tres Reyes


En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...


…Dícese, que hace muchas lunas atrás, dos reyes -eternos rivales- lucharon en una batalla de mil días y mil noches, que no tenia fin; ambos eran viejos, muy viejos, y sabios, conocían del mundo y de los que lo habitan. Uno era noble, humilde y nada egoísta; siempre ayudando a sus súbditos y a todo aquel que en el camino, necesitara de su socorro. El otro, déspota y narcisista, presumido, maquiavélico y oportunista, esperando el momento indicado para aprovecharse de todo aquel que le diera la oportunidad.
Esos fieros rivales, no luchaban por tierras ni riquezas, luchaban por la satisfacción de gobernar un tercer mundo, plagado de almas y sirvientes, materia prima para ellos.
Ambos tenían ejércitos únicos, incansables e invencibles, infinitas colecciones de leales hombres dispuestos a perder hasta la vida que no tenían por su rey.

Y la batalla comenzó… parecía un tablero de ajedrez: un lado, venia el primero de los reyes, con su caballo blanco y alado; su armadura de plata, brillante y pura como la misma luna; una espada fina y detallada, única y perfecta, solo para el, y detrás venia, su largo ejercito, con armaduras igual de blancas y puras como la suya. Del otro lado, se veía ese seco y frío monarca, con su armadura negra como la noche, sin brillo alguno, vieja y oxidada, olvidada; su espada manchada de sangre, por viejas batallas ganadas, mismamente oxidada, como su armadura; y detrás de el, su sequito, de guerreros de ultratumba, casi cadáveres vivientes, secos y siniestros, se veía en sus ojos la carencia de alma. Y combatieron, desde el alba hasta el ocaso; desde la primavera hasta el invierno, no existía cese en la lucha. Entre mas guerreros morían, mágicamente, más de ellos aparecían para seguir luchando. Era casi un Apocalipsis extasiado, un pandemonio de cuerpos y almas, el juicio final en primera fila.

Todo había caído en la monotonía y en el agotamiento de los esfuerzos; no se miraba tregua alguna. Y fue en ese preciso momento, cuando una nube de humo, apareció misteriosamente en el medio del campo de batalla, vestido con una tunica negra, pero con la piel fría y blanca, tan fina y pura como la luna. Planto bandera y alzo la voz ante los guerreros que ahí se encontraban, con una voz ruda y segura dijo:

-Miradse, unos a otros, bastardos simplones, que lucháis en pos de algo que no os pertenece. ¿Quién os ha dado licencia para gobernar ínsula virgen que no os es otorgada, y menos merecida?
Mirad a su alrededor, y decidme que aquí veis. Los frutos de la vuestra tentación y avaricia, de vuestro egoísmo y orgullo, de vuestras almas condenadas…
Estas tierras, perteneced a una nueva raza de hombres y mujeres, con talentos diferidos a los de vos, con sueños de un mejor mañana y sed de aprender, no de ser aprendidos.
He tomado la decisión de guiar a este nuevo pueblo, guardarlos y llevarlos a donde deben ir…

Seguido por un constante silencio, ambos reyes se dieron la media vuelta y regresaron a sus reinos, sin mirar atrás. Ese tercer rey, fue el encargado de gobernar el nuevo mundo, y crear todo lo que conocemos y cuidamos.Ahora nos toca continuar con el legado que nos deja la Orden de los Tres Reyes…
P.D. una vez mas trate de escribir en castellano antiguo, obviamente me hace falta lexico, expresiones y mejor ortografia, pero se hace lo q se puedes... q les sea leve

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