“Veo el crepúsculo encenderse en llamas, girar y girar, sin parar;
Sigo mi voz, sigo ese humo del cigarrillo que me impulsa a saltar, a volar…”
Sentada en el vano de la ventana de un viejo edificio abandonado, frente al Puente Hardy Jones, fumándome un cigarrillo, al mismo tiempo que escucho algo de Hardcore Punk en mi reproductor; veo pasar barcas pequeñas, pesqueras después de un arduo día de trabajo, y me imagino como una de esas víctimas, una de esas truchas que están atrapadas en las redes de los pescadores; como anhelo ser una víctima, un cadáver, y que nadie se acuerde de mi.
Termino mi cigarrillo y me retiro, lentamente mientras que la noche cae cada vez más rápido, y debo estar temprano en mi casa, o mi abuela se preocupara de más otra vez.
Tomo el autobús rumbo a Canales (la zona donde esta mi barrio), y sigo escuchando esa opera urbana que tanto me encanta –Punk-. Veo el grafiti en las calles, la pobreza, la corrupción y el abuso de las autoridades, y me siento como en mi hogar.
Llego a la casa de mi abuela, la saludo y me pregunta si tengo hambre, puesto que es hora de cenar. Le respondo que iré a mi habitación a quitarme ese feo uniforme escolar que tanto aborrezco y después de lavarme regresare para cenar.
Ya en mi habitación, me veo frente al espejo, miro esas marcas me algún día me dejo la sociedad, esas perforaciones clandestinas en mi cuerpo, y grito en silencio:
-¡Viva la Revolución!
Me pongo ropa más cómoda y me dirijo a cenar antes de pasar a otra cosa más interesante. La vieja sopa de verduras de la abuela, y el albondigón con sazón a viejo, cosas que el paladar nunca olvida. Agua sabor uva, muy agria, pero no deja de ser bebida. Termino, e inmediatamente me paso a retirar, sin ates preguntarle a mi abuela por mi madre; me responde que aun no ha regresado, que probablemente salga tarde del trabajo, otra vez…
También me comenta que mi madre necesita hablar conmigo de algo, algo de mujeres según supuse. Desde que mis padres se divorciaron, mi madre se ha esmerado mucho por convertirme en la princesita perfecta que ella nunca fue: ir una vez al mes de compras, hacernos manicura, pedicura, ir al salón de belleza; bueno ustedes entienden…
Me retiro a dormir y espero que esa pesadilla mare e hija solo sea eso, una pesadilla que acabe pronto.
Otro día, otra “aventura” para la pequeña Josephine. Después de tomar mi desayuno me dirijo a la parada del autobús que tomo para dirigirme al colegio. Por suerte es viernes, fin de semana, y momento perfecto para des estresarme un poco. Por suerte también es día de hamburguesa con papas en la cafetería del colegio, la única comida que me atrevo a comer sin culpa o vergüenza por mis pobres intestinos que sufrirán después.
Después de tomar mis ‘tan divertidas’ cátedras con las educadoras, es hora de empezar mi fin de semana, y oficialmente lo primero que hare, como todos los viernes, es ir a ver a John, el chico de de ultimo amo que tanto me gusta; es un primor y es el único en la escuela, bueno, aparte de mi claro está, que sabe de buena música, y odia tanto a la gente hueca y tonta como yo.
Es casi el crepúsculo, otra vez; así que es mejor que me dirija a la casa de la abuela.
Es sábado, y mi madre no tiene que trabajar hoy, y eso solo significa una cosa, lo estoy viendo venir.
En el desayuno, mi madre aprovecho un momento y comenzó a hablar, aquí viene…
-Hija, sabes, he estado pensando un poco, y creo que debemos de integrarnos más como madre e hija. ¿Qué te parece si hoy en la tarde, vamos al centro comercial, y te compras un poco de ropa nueva, un par de zapatillas, y quizás unos cuantos accesorios?
-No gracias madre, tengo mucha tarea, y no creo necesitar ropa nueva, gracias.
-Pero hija, hay que pasar un poco de tiempo juntas, ¿Qué dices?
-Gracias, pero de verdad tengo mucha tarea, y ya te dije, no necesito ropa nueva.
-Se que no le importara quedarse sola un par de horas.
-Está bien
-¿Te parece si vamos estar tarde hija?
-Está bien…
Y me levante, y me fui, esperando que esta pesadilla madre e hija acabara rápido.
Llego la tarde, las 6 PM aproximadamente, cuando mi madre se dispuso a continuar este tonto juego. Subimos al auto, y nos dirigimos a algún tipo de restaurante. Siendo yo, no esperaba ningún tipo de restáurate fino, ni mucho menos caro, solo me interesaba acabar con esta tortura.
Pero sin yo darme cuenta, mi madre nos llevo al centro comercial y se dispuso a entrar.
-Te dije que no necesito nada nuevo mama
-Lo sé, pero yo si necesito un poco de ropa.
-mmm… entonces no tardes mucho, te esperare aquí en el auto.
-Estás loca, baja, anda, tardare cuando menos una hora.
Y me obligo a bajar, y a entrar a ese recinto de niñas mimadas.
Mi madre entro a una de esas tiendas para señoras, me senté en una fuente a esperar.
Estaba concentrando escuchando música cuando vi algo en el fondo de la fuente, me llamo la atención puesto que no parecía una moneda, así que metí la mano para ver que era, y al tenerlo frente a mis ojos, si que era una especie de dije, con una forma algo alada, un poco extraña; al reverso una leyenda que decir:
Lo guarde en mi bolsillo y seguí ‘disfrutando’ de mi tarde de sábado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario