lunes, 11 de julio de 2016

La incredulidad del ser


Y dícese de aquellos hombres que lloran por las noches para que nadie los vea,
Esos entes imaginarios que muy pocas veces se logran apreciar
Muy preciados dentro del vago mundo de las letras y las botellas,
Pero muy odiados por aquellas mujeres que buscas placer animal.

Mujeres frívolas que no entienden del mundo, pues no se aventuran a conocerlo,
Quizás entre ellas se encuentre el alma que un día perdí;
Suspirando en la mesa de un restaurante fino, con una copa de vino,
Ella dio la media vuelta y salió de la eternidad donde nos encontrábamos.

No la seguí. El filete con champiñones valía más la pena.
Aun así me pregunte dónde habrán ido las ilusiones,
A qué callejón debería ir a lamentarme, y quién sería mi compañía.
Jamás lo supe. Volver, volver y volver. Las horas del reloj en la pared.

Pues soy tan incrédulo, que no pensé que se atreviera a cruzar los mares,
O que tirara a un lado los pétalos de esa flor marchita y bohemia,
Esa esencia que un día nos mató a ambos, colgados de la pared,
Esa fragancia vieja, como la melodía que no me saco de la cabeza.



Dedicado a una gran amiga K.J.S
"La mente no engaña al corazón"



1 comentario:

  1. Breve pero significativa historia sin historia.
    Gracias

    Solo me qued'e intrigada en cu'al melodia era aquella?

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