Como un golpe en medio
del corazón, así sentía cada mañana las pisadas
Esas pisadas que me
dabas, que me asfixiaban. No me amabas.
Como el vientre seco y marchito
de una mujer vieja, que se aferra a concebir
Así me aferre a esos
detalles que de vez en cuando teníamos, huíamos.
No lo sé, esas palabras
de aliento con las que me alimentabas a diario
Ahora solo parecen
mentiras, mentiras que yo creí y defendí.
Quizás ahora duermas
tranquila en tu lecho de rosas,
Mientras yo sufro de
insomnio y cargos de conciencia. Karma.
Eres una perra. Y como
la vil y descorazonada bestia que eres, nunca vas a cambiar.
Te deseo solo lo peor,
porque obviamente estas acostumbrada a lo mejor. Y yo no…
Si vieras mi rostro en
este momento, reirías con tal júbilo, que mejor no sigo hablando.
Quizás el problema
siempre fui yo, y mi manera tan humana de tratarte.
Los muros sin ventanas
en los que me mantenías. Las rejas invisibles.
Todo se esfumó, pero la sensación
aquí sigue.
Sigo encerrado en esta cárcel,
sigo suplicando por esas palabras de aliento.
Quiero que alimentes la
poca esperanza que me queda, para no morir.
Y ojala, que algún día alguien
te pague con la misma moneda que tú me pagaste,
Para que seas tan pobre
como yo soy ahora…
No hay comentarios:
Publicar un comentario