domingo, 21 de agosto de 2016
Otra acapella
Quizá decida dedicar estas palabras a un alma noble que me quiera escuchar.
Sigo cabalgando este viejo callejón con letras marchitas y lagrimas en los ojos,
hoy vi morir a una mujer. Se despidió de mi y me pidió perdón. No se por qué.
Luego vino un hombre gordo pregúntame qué hora era. Y yo no le dije nada.
Luego salio huyendo como con miedo, escapando de algo peor.
Y esta mañana salí a caminar con mi vieja camisa de franela, hacia frió;
estaba lloviendo y creo que también nevando. No sentí nada.
Nunca entendí ese gusto que tienen los pobres por tener cosas caras.
Quizá algún día lo entienda, y me pueda comprar una casa mas grande.
El otro día vi a un señor vendiendo hoyos en la arena, para esconder tesoros.
Quería comprarle uno, pero el pedía un beso de amor a cambio.
Y en este momento no tengo amor, solo dinero en un frasco de mayonesa.
Nunca resolví el acertijo, ese de la caja de cereal.
Ahora debo volar como las lechuzas cada invierno, muy lejos y muy alto;
ella no me buscara, ni se preocupara por si voy a volver o no.
El tampoco se preocupara. Creo que ahora están felices sin mi.
Necesito mucha cuerda y una botella de tequila. El chiste se cuenta solo.
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